Coronavirus VI Lupita



Lupita trabajaba en una elegante oficina de una empresa constructora en la calle de Dante. Lujoso barrio del sur de la ciudad. Atendía llamadas:
­ ̶  Diseño de Ecoparques, buenos días, ¿en qué podemos servirle? Pausa. No señorita, el señor director aun no regresa.

Recibía paquetes:

̶  Buenos días, me recibe este paquete de flores, decía un mensajero.
̶  Puedes dejarlo ahí.
̶  Pues, se va a lastimar el paquete.
̶  Dije que lo dejes ahí, le ordenó. El muchacho de la paquetería dejo las flores en el piso, pidió que le firmaran y se marchó.

Era confidente:

̶  ¿Tu qué consejo me das Lupita?
̶  ¿De qué señor Director?
̶  Pues de mi esposa.
̶  ¿De veras la piensa dejar? ¿Se quiere divorciar?
̶  Si, pero ¿Tu que me aconsejas?
̶  ¿Por qué lo hace?
̶  Creo que estoy enamorado de Andrea.
̶  ¿De la ingeniero?
̶  Si
̶  Pues, ella tiene novio.
̶  Eso que tiene.
̶  Pues sí, todo está en que usted la enamore, usted cuente conmigo.
̶  Gracias Lupita.
̶  Señor director, ¿Cree usted, que me pueda retirar hoy más temprano?
̶  Si, claro Lupita. Y gracias por el consejo.

Se enojaba como cualquier otra:

̶  Arturo, te estoy hablando.
̶  ¿Que sucede?
̶  No te hagas tonto, llevamos así mas de un año.
̶  ¿Y? podríamos llevas más.
̶  Arturo, te pasas, acaso no te piensas casar conmigo. Arturo se vestía apresurado. Se puso el pantalón y los zapatos.
̶  Mejor apúrate, que no llegamos a la oficina. Lupita se levantó y desnuda camino por la habitación hasta el baño. Se encerró.
̶  Lupita. Arturo toco varias veces la puerta. Toc toc! Nos tenemos que ir.
̶  No quiero irme.
̶  ¿Que dices? Lupita. Toc toc!
̶  ¡Tenemos que hablar! Lupita abrió la puerta. Estoy embarazada. Tenía la cara con todo el rímel manchándole las mejillas.
Hacia un año que salían. Todo había empezado cuando fue la fiesta de fin de año. A ella le gusto el ingeniero desde que lo vio. Ella coordino el evento, asi que se sentó junto a él. También estuvo tomando whiskies y margaritas, lo uso en el baile y lo uso como apoyo para estarlo tomando del brazo toda la noche; y por fin, lo uso cuando hizo que la llevara a su casa y terminaron en un motel de paso.
Fue un noviazgo bonito hasta que duró. Eso fue una semana después llego Andrea, una ingeniero en Ecoparques que contrató la dirección. Le dieron una oficina más grande que la de Arturo, también un sueldo mar grande que el de Arturo, que hasta ese momento era el ingeniero estrella. Ahora ella, Lupita, tenía ahora que atender ala ingeniero, además de atender al director general.
̶  Señor director. Pero yo soy su secretaria.
̶  Si Lupita, ahora también lo eres de la Ingeniero. ¿Tienes alguna duda?, preguntó en tono irritado.
̶  Ninguna Ingeniero.
Apenas la vio Arturo se olvidó de Lupita. Nada de helado después de comer en el café de la esquina, nada de salidas ocasionales al hotel. Todo se empezó a enfriar: primero dejaron de caminar juntos después de comer; después, se interrumpieron las comidas juntos; solo seguían haciendo el amor, cuando él lo quería. Siempre a solas y a escondidas.
̶  ¿Qué le ves a la ingeniero?
̶  Nada. Me cae bien.
̶  Me dijeron que sales con ella. Creo que no te deberías emocionar mucho.
̶  ¿Por qué?
̶  Es una mujer muy guapa, he visto como la ven otros hombres; el mismo director. ¿Has notado que tiene mejor oficina? Eras el ingeniero principal de la empresa. Ahora ella gana más que tu.
̶  Te equivocas, ella es muy capaz y la verdad no estoy a su altura para diseñar. Es muy talentosa.
̶  Quizá sí, pero no dejas de verla con ojos de amor. Ojala así me miraras a mí.
̶  Mejor vámonos, se nos hace tarde.
̶  Si, mejor. Me llevas a mi casa.
̶  No creo poder Lupita, ¿Te puedo dejar en el metro?
̶  No, estoy bien así.
Andrea, la ingeniero no le caía mal. Le hubiera gustado odiarla. Pero la verdad no podía. Ni siquiera la odio cuando se dio cuenta que se acostaba con su jefe. Los descubrió por casualidad. No le dijo nada a nadie.
Un día al salir de la oficina se encontró con Arturo en el elevador.
̶  ¿Lupita, te llevo a tu casa?
̶  ¿A mi casa? Sonrió. ¿Y tu novia?
̶  Parece que se queda a trabajar
Apenas habían subido al auto.
̶  ¿Me puedes esperar? Olvide mis llaves.
Lupita regreso a la oficina, cuando noto que en los baños alguien hablaba.
̶  Te digo que tengo novio, y tú estas casado.
̶  Está bien, pero, ¿Acaso no te gusto?
̶  Si, me gustas mucho, pero no ando con casados.
̶  ¿Que tal como amigos?
̶  No salgo con amigos.
̶  ¿Y cómo amigos con derechos?
Él se acercó y la beso. Lupita que estaba viendo todo se quedó muda. Regreso sin hacer ruido y salió del edificio. Al regresar subió al auto.
̶  ¿Todo bien? Le pregunto Arturo.
̶  Todo más que bien. ¿Vamos al hotel?

Así paso un año. Salían los fines de semana. Arturo decía que Andrea era su novia mientras Lupita permanecía en la sombra. Un día, después de un desplante de Andrea Arturo fue directo con Lupita.
̶  ¿Lupita, quieres salir conmigo?
̶  ¿Te dejo tu novia?
̶  No quiero hablar de eso.
Salieron. Fueron a los churros del Moro. Anduvieron paseando por avenida Juárez.
̶  ¿Nos fumamos un cigarro? Le dijo Arturo
̶  Pero, tu no fumas Lupita sacó un cigarro, tenía la cajetilla vacía. Compra unos sueltos, le dijo. Arturo se acercó a un puesto y compro un par de cigarros sueltos. Se fueron fumando y el la tomo de la mano. En el estacionamiento ella le pidió que pasaran la noche juntos.
Era muy temprano cuando la regadera se escuchó, era Arturo que se estaba bañando.
̶  ¿Por qué te bañas. Vente a dormir.
̶  Debo irme, tengo trabajo.
̶  ¿En sábado?
̶  Ya sabes.
̶  Arturo, cásate conmigo.
̶  ¿Que dices?
̶  ¡que nos casemos! Arturo se le quedo viendo.
̶  Creo que no has entendido de que va todo esto Lupita.
̶  Si lo he entendido, pero no veo porque no nos podamos casar. A menos que tu seas un idiota que piense que Andrea se va a quedar contigo. Aunque tampoco creo que con ella te puedas casar; creo que te falta valor para decidirte con ella o conmigo.
̶  No te enojes.
̶  Eres un imbécil. Lupita se había levantado y ahora buscaba sus calzones debajo de las sabanas. Se vistió, Sabes, ¡Vete al demonio! Tomó su bolso, y antes de salir de la habitación dijo: Y para que se te quite me voy a acostar con el primer pendejo que se me cruce en el camino. Cerró la puerta de la habitación. Arturo se quedó sentado en la cama a media luz.
Llego el lunes. Lupita estaba en su escritorio. Estaba pensando cómo hacer para hacer sentir mal a Arturo. “Es un imbécil”, pensaba. Tomaba recados por teléfono cuando llego el Director acompañado de alguien que bien podría pasar por un indigente, era el pendejo que Lupita necesitaba.
̶  Lupita, te presento a Yuma, será nuestro asesor de armonización empresarial, quiero que lo apoyes en todo lo que necesite.
Lupita evadió saludar a Yuma, pero este le tomo de la mano y la beso. De inmediato ella limpio su mano con un pañuelo, para descubrir que no se le hacía del todo feo el mentado Yuma. Este se despidió no sin antes sonreírle a ella.
Más tarde vio asombrada como Yuma le hacia la vida imposible a la Ingeniero. Por órdenes de la dirección iban a compartir nada menos que oficina. La ingeniero estrella y este recién llegado solovino. Vio como la oficina de la Ingeniero se transformaba mientras Yuma sacaba sus cosas y acomodaba sus tiliches jipis entre las bien escogidos y caros muebles de diseñador de Andrea. Llena de diversión, Lupita se decidió ayudar.
̶  Señorita Andrea. Me pidió el Director que nos preste la oficina para que podamos ayudarle a Yuma en el acomodo de sus cosas.
La señorita Andrea se puso a echar pestes, y salió echando rayos de ahí. Lupita por su parte se puso a empujar un sillón, sin darse cuenta de que Yuma la estaba sujetando a ella. Miro de reojo, pero lejos de sorprenderse, se dejó sorprender y se puso flojita y cooperando. Lo demás, lo que pasó en la oficina ya todos lo saben, fue motivo de pena y sufrimiento para Lupita. Fue cuando la señorita Andrea regreso enojada a su oficina cuando los encontró en pleno agasajo y semidesnudos. Lupita salió de ahí disparada y humillada a llorar en el baño; sus compañeras en gesto de solidaridad y chismorreo llenaron el baño junto con ella.
̶  ¿Lupita, ¿estás bien? ¿Qué te hizo el loco ese?
̶  No es ningún loco, es un asesor de armonización empresarial, snif snif, lloraba lupita.
̶  ¿Entonces no te estaba acosando?
̶  No, bueno si, bueno un poco.
̶  ¿te estaba acosando? ¿Te beso?
̶  Si, ¡snif snif!
̶  ¿Quieres que lo demandemos Lupita?
̶  Si, bueno no, bueno, mejor no. Snif, lupita suspiró.
̶  ¿Te sientes bien?
̶  Si, solo que, no me dio tiempo, no pude desquitar todo mi coraje.

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